Todo estaba listo para arrancar la presentación "La Mochila del
Juglar". Los instrumentos afinados, los títeres colocados, los actores
vestidos y el ánimo dispuesto. El escenario se había armado en "la
nave", un espacio que un grupo de
habitantes de Fresnedillas de la Oliva (un pueblo de 1500 habitantes de la
Sierra Madrileña) han generado para encontrarse.
Se abrieron las puertas para el público y el primero en entrar fue un
niño de unos seis años que, sin pestañear, se dirigió decidido hacia un sector
donde habían unas cajas repletas de juguetes de madera (justo detrás del
improvisado escenario).

El pequeño, al ver la mole que se colocaba delante él, levantó su digna
mirada desde sus 80 centímetros
y confrontando mi mirada, exigió:
- Voy a por los juguetes.
- Ahora no se puede. Porque acá vamos a presentar un espectáculo.
Lanzó una ojeada hacia la seductora caja repleta de juguetes. Caviló
ensimismado por unos segundos. Me miró de abajo arriba y de arriba a abajo...
calculó sus opciones... y luego de unos segundos: "Pues se me ocurre una
idea genial. Veo primero el espectáculo y después voy por los juguetes", se
dio media vuelta y se dirigió a buscar la mejor localidad del espacio.
- "¡Qué excelente idea!", alcancé a decirle yo, reprimiendo la
risa.
Y el pequeño, mientras se alejaba y sin siquiera girarse, me lanzó un
dignísimo: "¡Lo sé! Así soy yo."
La presentación salió muy linda. Los jarandos (gentilicio de
Fresnedillas) demostraron ser un público absolutamente encantador. Por su
parte, el pequeño que habíamos conocido
antes de iniciar, se mantuvo durante toda la presentación, con el ceño
fruncido, los brazos cruzados y alerta a todos nuestros movimientos.
Terminada la obra y mientras recogíamos nuestros artilugios para
marcharnos, vi que el pequeño, tal como lo había prometido, se dirigía decidido
hacia la caja de juguetes.
De pronto, desvió su trayectoria y se quedó frente a mí.
- Habéis estado muy bien. ¡¡Sois
unos "cracks"!!
Esbozó una gran sonrisa y continuó hacia los juguetes de madera.

Texto: Alfredo Becker - Ilustración: Gema Hernández Correa - Foto: Mónica Barón
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